viernes, 31 de enero de 2014

La reclamación de El policía de las ratas

Roberto Bolaños reclama un espacio, con la misma profusión que lo hace la vida sobre el derecho a respirar. Usa las tablas del Teatro de La Abadía para plantear la necesidad de tener brillo personal, para crear con la libertad de los no convencionales. Con el discurrir de las palabras que hacen la propuesta, en El policía de las ratas se genera la necesidad de identificarnos con José (“aunque la gente me llama Pepe el Tira”), con su trabajo, con las búsquedas y la sordidez del resultado.

Andreu Benito y Joan Carreras ponen en pie la verdad oculta: nos reconocernos distintos. Todos tenemos un lugar donde reconocer nuestras diferencias, donde guardamos un verso. Esta adaptación de Àlex Rigola es un eslabón de la cadena personal que nos resistimos a descubrir. Para Bolaños, El policía de las ratas, “es una historia detectivesca sobre la diferencia y el arte”, porque “lo individual, lo raro y lo extraño deben existir frente al colectivo”.

Hasta el 23 de febrero, en La Abadía, la puerta está abierta para subir, los escabrosos peldaños que llevan al recinto personal.




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