De Concha Velasco sólo podemos decir que, una vez más, da una clase magistral de interpretación: voz, gestos, movimientos... sencillamente es inmensa. Su entrega en el escenario es absoluta y enguye no sólo a la platea sino a sus propios compañeros actores, relegados siempre a un segundo plano durante todo el espectáculo.
La dirección de José Carlos Plaza demuestra que se ha estudiado hasta el más mínimo detalle: desde la funcional escenografía (también obra del director) pasando por la iluminación y el vestuario. Es de agradecer la mesura de estos elementos. Hubiera sido fácil caer en el exceso o en "modernizar" la puesta en escena, algo que desgraciadamente está muy de moda. Eso sí, que alguien haga algo con los ojos y el maquillaje de Polimestor, que parece sacado de una secuela de "Piratas del Caribe".
La fuerza de la tragedia de Eurípides se mantiene en la brillante adaptación que Juan Mayorga ha realizado, combinando una actualización del lenguaje con los recursos propios del teatro griego. Quizás las escenas del coro sean algo confusas, pero no resultan un impedimento para disfrutar de un espectáculo completamente imprescindible. Si estás en Madrid, no puedes perdértelo. Hasta el 23 de febrero en el Teatro Español.
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