Grande, entera, magnífica Terele Pávez siempre. Por fin, en
la gala de los Goya, 28 edición, son las brujas de tu amigo Alex, esas de
Zugarramurdi, las que te llevan al centro de la escena, donde recibes el
premio. Ese ‘cabezón’ ya está contigo, en tu casa, posiblemente cerca del sofá
donde has visto muchas galas de estas, porque después de más de seis décadas de
arte las has visto, claro, nacer. Decenas de películas, de obras teatrales,
decenas de interpretaciones con garra, con esa fuerza desasida de artificios
que trasporta al espectador ahí dónde tú quieres que esté.
Ya era hora! Ya ha
llegado el momento, como en 800 balas,
de ponerse en pié. Y en pié, los compañeros y amigos, los desconocidos pero
presentes, te aplauden. Unos minutos de homenaje para una vida, con largo
recorrido, de escena, cámaras, maquillaje, vestuario y guión. Una vida
destinada a la creación, a la trasmisión de emociones, a lograr el desgarro y
la sonrisa. Terele Pávez se escribe hoy igual que ayer, bueno, casi igual, hoy
tenemos la oportunidad de reconocerte que te debemos mucho, que nos has
enseñado mucho, que tenemos suerte de verte en la pantalla, sobre un escenario,
y disfrutar. En la ciudad que te vio nacer, se descorcha una botella de Agua de
Bilbao, se reparte entre tu público para hacer un brindis: “gracias, Terele”.
El Goya a la Mejor Actriz de Reparto, es tuyo.
El primer Goya.
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